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Éxodo de cerebros

Óptica Libre / Por Angy Bracho

Históricamente, nuestra “Pequeña Venecia” ha sido una patria madre, buena y acogedora. Un país dotado de ingentes bellezas naturales, recursos de todo tipo, mujeres hermosas, gente cálida y receptiva.
Por eso, Venezuela recibió cantidades enormes de inmigrantes de todas partes del mundo, sobre todo hermanos latinoamericanos y europeos de post-guerra que venían buscando un mejor porvenir.
Hoy, sin embargo, las cosas han cambiado y el panorama nacional se muestra adverso. Pareciera que la perspectiva a futuro de quienes detentan el poder está basada en un pasado olvidado, en derrumbar todo y reconstruir sobre las cenizas.
Desde hace varios años, escuchaba decir a uno de mis primos “la única salida es por Maiquetía”. Sin embargo, creo que muchos habíamos decidido poner un voto de confianza en el país, en los gobernantes, y en el presidente Chávez, tal vez por ser descendiente de una modesta familia venezolana, y estar aparentemente interesado en la causa de ayudar a los pobres.
Sé que muchos dudamos, en algún momento, que Chávez fuese un dictador, que quisiese llevar a la ruina al país o, más aún, que quisiese que el pueblo se hiciera miserable e ignorante para dominar sin que nadie le opusiera resistencia.
Pero cada día es más evidente la situación deplorable en la que se ha sumergido la nación. La galopante contracción de la actividad productiva, el colapso económico, el vertiginoso empobrecimiento de la gente, el descontrol de la violencia y la inseguridad, el cierre de empresas e industrias a toda escala como consecuencia de la deuda que mantiene con ellas el sector público, la creciente inflación, la crisis en la educación, el permanente estado de anomia y caos, entre muchos otros factores dejan ver que la nueva circunstancia es de andarse con cuidado.

Queda muy claro entonces, que se trata de un coctel de situaciones que han ido desencadenando una nueva realidad, que a su vez trasciende las fronteras y convierte al venezolano en el nuevo emigrante del continente y, en consecuencia, en un potencial nuevo problema internacional.

Cada vez más son los jóvenes, en su mayoría profesionales recién graduados, que contemplan la idea de dejar el país para ir en busca de nuevas oportunidades. Cerebros talentosos, formados por años, que deciden partir a probar suerte en otros países, donde es posible que pasen años antes de llegar a ser tratados como ciudadanos de primera o que jamás lo sean.

Con Venezuela en el listado de países emisores de emigrantes lo único que yo desearía es que con todo lo receptiva que fue esta tierra con todos los inmigrantes, lo mínimo que podemos pedir es un poco de reciprocidad cuando estamos atravesando momentos difíciles.

Cadivi: La pesadilla

Salir del país a aventurar, estudiar, vivir o probar suerte equivale, frecuentemente a tener que toparse de frente con unos de los capítulos más tétricos y traumáticos de convertirse en viajero: Cadivi, o lo que es lo mismo, la Comisión de Administración de Divisas.

Si bien es cierto que la Comisión, ofrece el privilegio del disfrute de un dólar que cuenta con un diferencial cambiario de más o menos 200%, es decir, un tercio del valor del dólar paralelo, también es cierto que el calvario que representa conseguir esas escasas divisas es agotador y probablemente inútil.

Para comenzar, es de hacer notar que el acceso a los dólares preferenciales lo tienen sólo aquellos que cuentan con una tarjeta de crédito. No sólo eso, sino que además usted debe manejar las herramientas de exploración de Internet para poder realizar los trámites en línea a través de la página de Cadivi, o por lo menos tener los medios económicos para pagarle a un gestor que haga los trámites.

Planillas en mano, comience a correr para comprar y comenzar a armar las carpetas con los requisitos, etiquetas, separadores, ganchos, etc. Llevarlas al banco, devolverse a comprar todo lo que le faltó, voltearle el gancho para consignarlos de nuevo y esperar a que faltando horas para su viaje le llegue la aprobación.

También debo decirles que aún con el cupo aprobado, usted no tiene garantía de que podrá usarlo en el exterior, de modo que será de gran utilidad llevar consigo moneda en efectivo.

Me disculpa algún lector si no entiende todo esto. Hay que vivirlo para entenderlo.

El “Dólar Cadivi”, sin embargo, es una ventaja para quienes deciden salir del país y logran usar las divisas. Mas, el ser una ventaja para el viajero no lo convierte en beneficioso para el país. Me refiero a que mantener el valor del dólar en 2,15 es seguir demorando una devaluación de la que se ha huido más como una estrategia política que económica. Pero ¿será o no factible continuar con este esquema? ¿Hasta cuándo se seguirá sacrificando al país por una lealtad política que no tiene sentido?

Si usted ha llegado al final de este artículo, entonces ya puede imaginarse por qué es tan complicado sacar un pasaporte u obtener dólares en este país. Es claro que, a pesar de que los venezolanos no conocemos otros éxodos que no sean el del pueblo de Israel y el éxodo campesino, los gobernantes si vieron venir la partida desde hace mucho y para eso se crearon la nueva Onidex y Cadivi. Prácticamente, mecanismos obstaculizadores para los que comienzan a coquetear con la idea de abandonar su cuna, un poco para impedir que continúe el éxodo de cerebros.

La escapada y el sueño americano
Desde hace ya varios años en Estados Unidos se hablaba de la fuga masiva de capital humano que estaba ocurriendo en Venezuela. Un editorial publicado por el Investor´s Business Daily del 2007 aseguraba que la inmigración venezolana a los Estados Unidos habría subido más de un 5.000% desde el 2000 y que en Canadá se notaba un aumento similar.
“Nuestra ganancia es pérdida para Venezuela”, decía el editorial titulado Venezuela’s Lost Human Capital (La pérdida de Venezuela de Capital Humano). “Es una lástima. El presidente Chávez está alejando el mayor tesoro de su país e, irónicamente, lo está lanzando directamente a las manos de su “peor enemigo”: Nosotros”.