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Haciendo ciudad a Guayana

Óptica Libre / Por Angy Bracho

Hace 50 años en esta ciudad no teníamos represas, ni un Cachamay donde pasar los domingos, ni un Teatro de Piedra como el de La Llovizna. No teníamos un Carlos Silva en las grandes ligas ni había quien nos regalara una Serenata Guayanesa. Hace medio siglo no teníamos identidad, nada nos unía.

A 48 años de su fundación Ciudad Guayana, conformada por dos poblaciones, Puerto Ordaz y San Félix, ha pasado por múltiples etapas. A pesar de lo joven, esta urbe ha conocido el auge, la bonanza, la esperanza de ser la tierra que prometía pero también la tribulación, la debacle y el olvido.

No obstante, más allá de lo que merece, nuestra ciudad también tiene muchas necesidades a propósito de sus carencias. Guayana tiene sed de agua limpia, visión de grandeza, sueños de inclusión, ansias de progreso y urgencia de educación. No es justo que en una tierra como esta los recursos se negocien sin retornar nada a cambio.

Hemos visto como la Alcaldía del municipio se ha hecho cargo de la ciudad a través de un plan de embellecimiento, que, es cierto, le ha cambiado la cara. La urbe se siente mucho más limpia y ordenada.

Sin embargo, vale la pena preguntarse si esto soluciona el problema de la gente que ha adoptado la conducta de arrojar basura y recipientes de vidrio a las calles.

Para una mejor ciudad, no cabe duda que es una necesidad imperiosa la de integrar e incluir a la gente, independientemente de su color, su credo o su nacionalidad. Finalmente, si todos vivimos en Guayana es justo que convivamos sin reparar en las condiciones.

Mucha gente ampara la discriminación en las desigualdades sociales que empujan a delinquir a quienes no cuentan con los mismos recursos, mas, debo decir que conozco mucha gente que vive con lo mínimo y es tan o más honrada que muchos adinerados. No debe haber cabida para la segregación, no tiene sentido. Tal vez allí comienzan muchos de los problemas sociales.
 
Siguen siendo más de un centenar las camionetas, conocidas popularmente como “perreras”. Estos vehículos que antes circulaban con hombres, mujeres y niños atiborrados en la parte trasera siguen circulando de manera errática y muchas veces a exceso de velocidad.

Debió ocurrir un accidente fatal, después de muchos, para que las autoridades se percataran de que Guayana merece un transporte digno y si bien es cierto que las autoridades han puesto un granito de arena para solucionar el problema al comprar buses, también es cierto que las medidas no han sido suficientes para lograr una solución definitiva a este flagelo.

Siendo Ciudad Guayana de las polis más planificadas de Venezuela resulta inverosímil que tenga un vertedero de basura tan insalubre que hacen vida mamíferos, aves de rapiña y humanos en condición de iguales y no conforme con eso compiten por las mejores presas.

Es paradójico que Puerto Ordaz, tenga las mejores caminerías pero muy poca gente camine y los ciudadanos de a pie en San Félix tengan que arriesgarse a caminar, inclusive en la oscuridad de la noche, por los bordecitos de las calles porque son muy pocas las que cuentan con aceras.

Hablar de las buenas costumbres es casi un tema vetado, esa lección sólo la ven los infantes cuando están en primero o segundo grado, después de eso, si te atreves a hablarle de modales a uno de tercero eres anticuado y estás “out”. ¡Nada que ver!

No sólo eso sino que parece que el chamo de tercer grado tiene razón cuando dice “nada que ver” porque nosotros ignoramos “olímpicamente” los buenos días de cualquiera. El tema de las normas del buen hablante y del buen oyente también es para los niños. Por favor, gracias, permiso, adelante… ¿Para qué fueron inventados? ¡Eso nosotros no lo necesitamos!

Ciertamente, hay que detenerse un ratito a reparar en las actitudes. La mayoría ignoramos el semáforo, el rayado peatonal y todas las señales de tránsito, estamos más o menos como el de la canción aquella que decía: “íbamos los dos al anochecer, oscurecía y no podía ver, yo manejaba iba a más de cien, prendí las luces para leer, había un letrero de desviación el cual pasamos sin precaución, muy tarde fue y al frenar el carro volcó y hacia el fondo fue a dar...”

Dicho por muchos, ver el choque de los ríos es algo novedoso, para quienes vivimos aquí también es un orgullo. Así como nos enorgullece decir que vivimos en Puerto Ordaz o que muy pocas veces visitamos San Félix.
Dos de los ríos más importantes de Venezuela se encuentran en Guayana frente a uno de los tres puentes que mantienen comunicada la ciudad. Ellos nunca se abrazan, no se funden, en palabras de Arturo Uslar Pietri “…un río de acero negro pulido entra como una daga limpia en el costado fangoso del monstruo de tierra del Orinoco marrón. Hay un trecho en que no se confunden, el río limpio que viene en la solitaria montaña parece no querer mezclarse con el río turbio y sucio que viene manchado de las tierras dañadas por el hombre".

Tal vez el día que los guayaneses comencemos a sentirnos orgullosos de serlo, íntegramente, sin pensar en Puerto Ordaz o San Félix, ese mismo día los ríos se fundan y se conviertan en uno sólo para recordarnos que aunque seamos diferentes no podemos negar que somos hermanos e hijos de una misma tierra.

Donde todo comenzó
Ciudad Guayana, está conformada por dos poblaciones San Félix y Puerto Ordaz. San Félix tiene sus antecedentes en el siglo XVIII cuando llegaron los monjes catalanes capuchinos y Puerto Ordaz fue planificada por la Corporación Venezolana de Guayana y la entonces Orinoco Mining Company a mitad del siglo XX.
En aquel entonces, cuando se comenzó a planificar la moderna y prometedora urbe se pensó en hacer campamentos que luego se consolidarían como urbanizaciones para los trabajadores y obreros. Mientras que para los jefes, en su mayoría extranjeros de las mineras, se construirían viviendas en áreas aledañas a las empresas como el caso de los Campos A, B y C de la Ferrominera. Es probable que en este momento haya comenzado una larga historia de exclusión.
Evidentemente, no es buena idea comenzar a escarbar y a cuestionar la planificación. Mas resulta interesante, en este punto, hacer un alto para caer en cuenta de que la situación fue configurada hace más de medio siglo y hoy teniendo conciencia de esto somos nosotros quienes debemos revertir la larga cadena de exclusión para comenzar a escribir en nuestra ciudad una nueva historia de inclusión e integración.

¡Únete tú también!
Basta y sobra con que hayas nacido aquí, es suficiente con que escuches el himno y no pienses que es tuyo o de ellos, que se te erice la piel cuando escuches al maestro Simón Díaz o cuando la gran Sinfónica toque dirigida por Dudamel. Únete con el de al lado y vamos a construir una ciudad ejemplar.
No importa si eres chavista o de Copei, si sigues pensando que lo tuyo era URD o si, de verdad, crees en Primero Justicia. Sería aburrido que fuéramos todos iguales y creyéramos todos lo mismo, pero no puedo negar que sueño con que, algún día, todos tengamos las mismas oportunidades. ¡Una mejor Ciudad Guayana es posible y está en nuestras manos!

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