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Sociedad de consumo, un arma de doble filo


Óptica Libre / Por Angy Bracho 

Tuve que volar a New Jersey por una situación meramente coyuntural, hice escala en Caracas y en Miami. El viaje dejó varias ideas dando vueltas en mi cabeza. De ida conocí a varias personas con las que conversé sobre cómo viven los venezolanos el sueño americano, además en el vuelo de regreso y en mi “veintiúnica” y recortada pasadita por Manhattan también recogí datos interesantes que les quiero contar.

Acogiendo el sistema
En principio lo que más cuenta es la adaptación a las reglas y su estricto cumplimiento. Andrés Arrias, venezolano residente en la ciudad de Doral, asegura que le ha costado mucho amoldarse al sistema.

Recuerda que cuando llegó a Florida “no sabía qué hacer. Creo que hasta me daba miedo decir lo que pensaba porque aquí todo es muy delicado. Una vez me detuvieron porque mi tío tuvo un accidente  de tránsito cuando le avisé que su esposa se había caído por las escaleras y lo estábamos esperando en la clínica. En su celular estaba mi número y él declaró que yo le había informado lo de su esposa. Ni él ni yo imaginamos que eso me podría afectar a mi”.


Arrias debió asistir a varios cursos que lo ayudaron a conocer las leyes americanas para evitar incurrir en nuevas faltas y reconoce que es fundamental sondear las reglas del país antes de viajar o emigrar, “luego de esto, lo que queda es cumplirlas a cabalidad”.


Para Elvis José, venezolano de nacimiento, naturalizado americano y residenciado en Miami, el mismo esquema de vida que se lleva en el norte te va conduciendo y orientando. “Yo me oriento mucho por imitación, veo como prospera la gente que me rodeo y considero las opciones que se van presentando en el camino de acuerdo con mis posibilidades”.


“Yo tenía dos apartamentos en South Beach, aparte de mi casa en la comunidad de  El Doral –cuenta– luego de la recesión le tuve que entregar al banco los dos apartamentos y quedé pagando por mi casa el doble de lo que costaba cada cuota antes de la crisis. No pensé que todo se iría abajo, en Venezuela decimos que lo que sube de precio no baja, porque así es la dinámica de nuestro mercado, pero aquí en América todo es diferente”, dice José. En breve José estima que se presentará en bancarrota para comenzar de nuevo, esta vez con la lección aprendida.


Los venezolanos de paso
 
Con la inflación galopante que aqueja la economía del mercado venezolano de todas partes del país sale gente a ciudades “ideales” para compras como Miami, Nueva York y Los Ángeles, desde donde vienen cargados con hasta 4 maletas por persona sin importar el pago de multa por exceso de equipaje o el peso que deben soportar. 

Marianela Morales, caraqueña, viajó a Miami “nada más que para sacar los 2.500 dólares de viajero y para poder reclamar los 500 dólares en efectivo además de unos paquetes que contienen las compras que hizo con sus divisas para compras por internet”. 

En el avión, cuando entré me conseguí con un panorama ciertamente desconcertante, no era lo que dice Arjona sobre “fumarse un habano en American Airlines”, era una aeromoza gritando a viva voz a los pasajeros que estaban sentados en sus puestos escuchando el regaño. Mientras chillaba iba acomodando las sombreras, el compartimiento que queda por encima de los asientos. “Tenían que ser venezolanos, siempre es lo mismo, me tienen harta”, gruñía. 

La situación era la siguiente: aún faltaba la mitad de los pasajeros por embarcar, pero ya no había lugar para más equipaje, venían todos los espacios copados y aparentemente, esto se repite en cada vuelo “como si los venezolanos quisieran traerse Miami en la maleta” en palabras de la misma azafata. 

Sociedad de consumo
 Sin ánimos de hacer un juicio sobre la “etapa avanzada del desarrollo industrial capitalista” como algunos llaman a las sociedades de consumo, ciertamente son muchos los pros y los contras que saltan a la vista y los oídos de quienes pisan tierra americana.

USA es concebida como tierra de futuro, abundancia y oportunidades, no son pocos los inmigrantes que parten en busca de un nuevo destino y llegan persiguiendo el “Sueño Americano” que en muchos casos al ser malentendido ofrece un panorama benévolo cargado de igualdad,  oportunidades, libertad, objetivos al alcance de todos, educación y futuro para los hijos, además de riqueza.

Se suman, entonces, a ese sueño “a punto de realizarse” otros intereses, entonces la ecuación deja de ser de adición y comienza la sustracción. Al Estado le conviene que sus ciudadanos compren y consuman para recaudar impuestos. En aras de contribuir con sus intereses comienza a llevar al sistema a ofrecer comodidades para que todos compren incluso de forma ilimitada lo que compromete y llega a endeudar al máximo a sus ciudadanos. 

Ahora, cuenta como neutro el hecho de que esas comodidades están basadas en un principio de diversidad, es decir, variedad de productos, de costos y de formas de pago.

 Para comprar ropa para bebes, por ejemplo, usted puede recorrer decenas de centros comerciales, tiendas por departamentos, “outlets” o centros de descuentos donde puede conseguir desde las franelitas más económicas que pueden costar  hasta 1 dólar hasta las que llegan a los 100 dólares.

 Asimismo, es posible que en cada tienda le pregunten de qué forma desea cancelar. En la mayoría de las tiendas ofrecen descuentos por afiliación para los residentes, si usted se afilia le pueden abrir cuenta de pago por cuotas, también puede pagar con tarjeta de crédito o débito.

 En fin, en medio de una sociedad que le ofrece al ciudadano cada vez más posibilidades para consumir bienes y servicios de diferente naturaleza al precio que sea y le brinda comodidades orientadas tanto a satisfacer sus necesidades como a endeudarse es justo reconocer que nos encontramos ante un arma de doble filo.




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